El cetro de Mortafis
Celipto era el hermoso pueblo donde vivían las hadas.
Estaba lleno de lagos, verde pasto, árboles altísimos y animales tan bellos que no eras comparables con otros.
En este pueblo vivía un hada llamada Shicami.
Era muy linda y tenía dos alas coloridas que brillaban con el sol. Tenía el poder de detener el tiempo.
Shicami tenía una amiga, llamada Shoyru, que era como su hermana, aunque había una diferencia en la especie, porque Shoyru era una dragoncita
En este pueblo, todas las hadas eran muy buenas, pero había cercano a Celipto un castillo grande, oscuro y terriblemente escalofriante, en el que vivía un hada muy mala.
El castillo era gigantesco. Los que querían entrar en él, se perdían al instante.
Aunque este hada era mala, no causaba problema alguno. Todos en Celipto creían que era porque no le interesaba, pero la realidad, era que todo ese tiempo, lo utilizaba para planear como destruir el bello pueblo de Celipto.
Su nombre era Judora.
Vivían en un cementerio. El que tenía en su poder el Cetro de Mortafis, no sólo dominaba a los esqueletos, si no que también, dominaba a la muerte.
La única manera de conseguir el cetro, era robándoselo a Mortafis, el dios de la muerte, que lo tenía bien guardado en el castillo de la muerte, su casa.
La malvada hada, salió en busca del cetro, con ayuda trampas y mentiras.
Lo primero que hizo fue enviarle una carta a Mortafis haciéndose pasar por los dioses del Olimpo, invitándolo a una junta de dioses, pero pidió en la carta, que no lleve el cetro, porque a ningún dios le gustaba verlo. También, reclamaron que lleve a todo su ejército, para asegurarse de que no iba a encontrarse con nadie peligroso.
Voló V
hasta el castillo y empezó a buscar el cetro. Recorrió todo el castillo, y en la ultima habitación, en una base de oro, relucía el Cetro de Mortafis.
Lo tomó y se fue.
Cuando, indignado, Mortafis se dio cuenta que era mentira, volvió a su casa, y, al ver que el cetro no estaba, notó que todo había sido una trampa para quitarle el cetro.
Judora, mientras tanto, con el cetro, llamaba a los esqueletos, que, en un segundo, ya habían llegado.
Ambas notaron algo raro. Menos Judora, todos estaban enfermos. Al instante fueron a espiar a su castillo.
Entraron con cautela, y, para no perderse, pintaron una franja roja en el piso.
Al llegar al salón central, se la encontraron a Judora riendo con los esqueletos. Con una mano, acariciaba un gato negro como la oscuridad, y con la otra ¡el cetro!
Shicami detuvo el tiempo y con Shoyru fueron a ver si era el real.
Shoyru tomo el cetro y, ahora poseedoras de los esqueletos volvieron el tiempo a su estado original.
-¿qué hacen acá?-preguntó Judora
-¡recuperamos el cetro!- dijeron a dúo
Shicami se subió encima de Shoyru y, con el cetro en la mano, salieron volando Cuando llegaron a Celipto, le ordenaron a los esqueletos que le devuelvan la salud a todos. Al haber cumplido el mandato de las amigas, los esqueletos desaparecieron.
Ellas, por su parte le devolvieron el cetro a Mortafis, que, agradecido, les dio una semilla de naranjo para que planten en su pueblo, Celipto.
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